Alejandro Cárdenas López*
Es paradójico ver a los funcionarios públicos de todos los niveles de jerárquicos en las esquinas que apoyan al candidato del PRI a la alcaldía de Saltillo. Sin rubor, sin tapujos, ahí están abanderados, reconocibles, pegan calcomanías y apoyan "a su gallo". Muchos de ellos trabajan en alguna de las 60 oficinas del Gobierno del Estado y del Ayuntamiento.
¿Cómo interpretar el hecho de que el partido en el poder no tenga el menor escrúpulo de enviar a “forziori” a la cargada a sus empleados a las calles a apoyar a un candidato? ¿es legal? Es cierto que la mayoría de las veces se encuentran por las tardes y tal vez fuera de horarios laborales, pero ¿acaso no trabajan algunas dependencias en esos horarios?
Por más que las campañas se amparen en una retórica piadosa y de bienestar para el pueblo, estos actos representan a la fuerza política que domina y controla, vía los poderes ocultos de los que tanto habla el politólogo italiano, Norberto Bobbio: empresarial, económico y el ilegal.
Según el Anuario Estadístico de Coahuila del INEGI en las dependencias del Gobierno del Estado trabajaban en el 2006, nueve mil 275 funcionarios, sin contar Poder Legislativo, Judicial, Organismos Autónomos, ni profesores, que se avizoran como entre 40 y 50 mil. Auqnue sería muy arriesgado decir que todos ellos están en los cruceros, sí representan un porcentaje de voto duro oficialista, aunque es muy dificil estimarlo.
Pero no es propio de Coahuila. A nivel federal tampoco hay rubor ni crítica que el desgastado presidente Felipe Calderón asista a eventos del PAN nacional o que el pomposo jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard, se presenté en eventos públicos del PRD. Pero hay que decirlo: no está bien, ética y moralmente generan mucha confusión en los ciudadanos.
Gobierno y partidos deberían de mantener una sana distancia de sus personalidades que los dirigen, dado que fomentan la partidocracia y dañan a la sana contienda y la democracia. Según el lingüista norteamericano, Noam Chomsky los cultos a la personalidad distraen a la gente de los verdaderos problemas.
En cuanto al final de la carrera por la alcaldía de Saltillo encuentro pocas ideas claras. Los candidatos con más posibilidades de ganar, del PRI, Jerico Abrahamo Masso y del PAN, Oscaro Mohamar Dainitin, no son malos: tienen presencia, buen discurso y trayectorias cortas sin mucha cola que les pisen, pero hay confusión en sus propuestas.
En la elección de julio del 2009, el activista-empresario Alejandro Martí propuso a los candidatos firmar con notario sus propuestas, ¿y en Coahuila quién lo ha hecho? Nadie. En la mayoría de los casos, en materia de seguridad, lo que dicen que van a hacer son ya obligaciones de Ley, ¿pero qué hay de nuevo?
Aquí les recuerdo algunos temas específicos: ¿Se resolverá el problema del transporte ineficiente y falta e mapas en las rutas? (Onésimo Flores ha publicado bastante sobre el tema). ¿Se aplicara, ahora sí, el uso del taxímetro? ¿Se impulsará con el Estado una reforma policial integral? ¿Se mejorarán las condiciones de la cárcel municipal donde varios reos han muerto misteriosamente? ¿Se aplicarán sistemas de rendición de cuentas en la Policía Municipal?
¿Mejorará la vialidad y la aplicación del reglamento de tránsito en cuanto seguridad infantil y uso de alcoholímetro y otras multas? ¿Se realizará un servicio profesional para las contrataciones de funcionarios? ¿Mejorará el ayuntamiento su mala actuación en materia de transparencia y acceso a la información?
Termino con la pregunta que se hacen en los talleres de educación cívica de organizaciones civiles en materia electoral para definir la intención de voto: ¿Antes de decidir, le prestaría dinero a su candidato?
*Maestro en Periodismo.