Publicado en Vanguardia.com.mx:
06-Febrero-2008
06-Febrero-2008
Unos la llaman sociedad del saber, y otros sociedad del conocimiento, para Peter Glotz se llama “la nueva aceleración”.
Una de las principales consecuencias de la “digitalización” mundial es la lucha cultural entre aceleración y desaceleración, publicó hace varios años el ex político y especialista en temas de comunicación Glotz en la versión español de la revista “Deutschland”, especializada en política, cultura, economía y ciencias.
El especialista, quien falleció en 1995, anticipó una nueva forma de vida: el capitalismo digital. Para él, la economía mundial no tiene una sede fija y avanza a niveles vertiginosos y trastoca las formas de vida.
Lo anterior desde la perspectiva laboral y expone una tendencia clara: crece el número de independientes, se disuelven empresas, desaparecen ejecutivos de tala intermedia y aumenta la movilidad internacional del trabajo.
El autor del libro “La Sociedad Acelerada, Luchas Culturales del Capitalismo Digital” señala que la tecnología digital significa además de nuevas formas de comunicación, una escala de procedimientos que afectan a la población mundial, aunque no siempre en beneficio.
El uso de equipos inalámbricos es comparado en magnitud social similar al nacimiento de la imprenta y la era de la fotografía. Pero Glotz denuncia que esta tecnología empeorará cada día más la situación del mercado de los trabajadores, como los anuncian las estadísticas de pobreza y desigualdad que están en incremento. Las consecuencias no sólo son económicas, sino culturales.
En su texto reproduce la frase de un conocido político alemán: “…estamos gobernados por una horda de bufones trabajoholicos, psíquicamente enfermos por el trabajo, que embriagados por sus citas ya casi no perciben la realidad cotidiana de la ciudadanía y ni de sus empleados”.
Otro de los riesgos más graves, según Glotz es que el empleo pleno será una meta inalcanzable en los grandes y antiguos países industrializados. También prevé un modelo económico dividido en tres: los creadores de la informática, los “analistas de símbolos” que gozan de buen nivel de vida, otro compuesto por los desocupados, y los que se oponen a la aceleración, personas que vivirán una ardua existencia.
El tercer tipo mencionado apenas surge y postula una nueva “liga de los comunistas” llamados los “desocupados felices”, personas que encuentran un sentido a su tiempo libre y que recientemente han incrementado su presencia pública en Internet. Un ejemplo es un movimiento que surgió en Berlín: una minoría activa que no anhela trabajar y que niega que eso le dé sentido a su vida, proclama como su meta la “recuperación del tiempo” y sus integrantes afirman que quienes quieran “ser activos” como ellos, no tienen tiempo para trabajar.
La resolución del problema de desocupación dependerá de la reacción de los gobernantes a los cambios descritos, los cuales han perdido fuerza con las grandes élites económicas, pero no su poder ni su importancia. Cada gobierno estatal podrá flexibilizar su política social, recuperar más impuestos o crear sectores de bajos salarios para las víctimas del desempleo estructural.
Goltz propone ante este frío y gris panorama el diálogo para esa lucha que se avecina entre modernizados y tradicionalistas, y da visibilidad a los políticos como mediadores, por ejemplo la Cofetel entre gigantes de las telecomunicaciones.
Los funcionarios públicos de alto nivel, que toman las decisiones, deberían pensar que es más peligrosa esta aceleración para la sociedad en conjunto que cualquier cambio de color electorero.
Para entender y adaptarse a los cambios los gobernantes deben adquirir conocimientos fundados, franqueza, integridad y valor para que Europa como dice Glotz, y todo el mundo, no se vuelva un mercado de consumidores “y, posteriormente, una colonia más” sin importar el partido en el poder.
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