PUBLICADO EN EL PERIÓDICO VANGUARDIA. “Algo huele a podrido en Dinamarca” dijo Marcelo, uno de los jóvenes reclutados para guiar a Hamlet con fantasma de su padre. Sucede que ante cualquier problema, desde algo mínimo en un servicio hasta un problema máximo como por ejemplo unas escrituras, casi todo es susceptible a terminar en abogados o en palancas, lo que en ambos casos significa sumas de dinero considerable. ¡Qué razón la de Shakespeare!
Las personas en México poco conocemos de nuestros derechos y mucho menos los colectivos, la mayoría son de interés difuso. La anterior idea se orienta en promover el interés de la sociedad, no de las encuestas, ni medios de comunicación, ni la agenda del momento, ni las oficinas de relaciones públicas de empresas y gobiernos. Interés de la opinión publica con beneficios claros y tangibles para las personas.
Desde la consagración de la Constitución de 1917 los derechos sociales, económicos y culturales empezaron a ejercerse. En aquellos momentos los aplicaban obreros y campesinos que lucharon en la Revolución Mexicana. Para una ciudad y un país hablar de interés colectivo es continuar con la aplicación de aquellas garantías iniciadas hace 90 años, y no sólo refiere y compete a temas legales de académicos y juristas, es decir al derecho constitucional, administrativo, civil y penal.
Es un tema de orden vital para el género humano y para la sociedad civil, los defensores del medio ambiente, entre otros comenta la doctora en derecho María del Pilar Hernández en el libro “Mecanismos y Tutela de los intereses difusos y colectivos”, publicado por la UNAM hace varios años.
La reflexión de la doctora se basa en buscar los medios adecuados o las instituciones aptas que, dentro de sus actuales legislaciones, sean útiles o puedan ser operativizados como mecanismos de protección y tutela de tal tipo de intereses.
Una gran consecuencia de lo anterior es lo que llaman algunos académicos como los grandes costos por la tercera revolución tecnológica, que conlleva la explotación irracional de los recursos e industrialización obsoleta y contaminación urbano-rural, así como la ausencia de medidas paralelas aptas para eliminar la ‘‘toxicidad’’ del progreso mismo.
Hay quienes lo justifican como “los dolores del crecimiento” pero para otros como el ensayista Gabriel Saíd es llamado el “Progreso Improductivo”, que define entre otras cosas como el gasto gubernamental irresponsable de enormes sumas de dinero barato en proyectos improductivos y consumo privado, mediante subsidios a los habitantes de las ciudades.
Por eso la relación del interés de la sociedad en temas que les afectan diariamente está vinculado con los avances o retrocesos de la tecnología, con las políticas gubernamentales y de la capacidad humana de asimilar y apropiar a su entorno la ciencia práctica.
Alvaro Marín Marín, profesor investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, pone un ejemplo relacionado con el pensador austriaco Ivan Illich con sus ideas acerca del desmesurado gasto actual en energía para obtener los mismos resultados que se obtenían hace siglos con tecnologías más sencillas. Sabemos que no es siempre así, que hoy por hoy los avances en la medicina permiten que las personas vivan más tiempo.
Pero se entiende que el progreso es contradictorio y poco se trata de minimizar su impacto, y tomando en cuenta que sucede en fechas de grupos organizados sensibles a los problemas de su acontecer diario. Cada ama de casa, estudiante, obrero, funcionario, reportero, boleto, niño, empresario y muchos más conocen sus problemas y si están relacionados con el gobierno, exigen que se solucionen. ¡Qué razón la de Shakespeare!
Hoy, explica la doctora Hernández en su libro, grupos en defensa de intereses colectivos han ampliado sus argumentos para comprender y proteger a todos los intereses que pertenecen a la colectividad, es decir el derecho a la salud, al medio ambiente, a la vivienda, a la información, a atención y productos de calidad como consumidores.
Todos ellos guardan en su centro un bien de la colectividad que permite, por tanto, más que en su calidad de derechos personalizados, sino pertenecientes al individuo como participe de una colectividad y eso significa extensión de sus derechos.
Si un ciudadano gana un caso a un banco que le financió una deuda imposible de pagar se generan precedentes y caminos por seguir. Un ejemplo que podremos abordar después con más calma, es el despacho Protección Económica Ciudadana del abogado de la viuda millonaria Celia Reyes con el caso del extinto Banco del Atlántico (hoy HSBC) cuya página de Internet (ww.pec.com.mx) contiene el caso completo, con miles de documentos digitalizados.
Este ejemplo es una muestra de que los derechos individuales y difusos deben ampliarse y difundirse, pero también reducir trámites y trabas mediante reformas estructurales que legitimen derechos sociales y por último flexibilidad en jueces y tribunales adopten cada vez más interpretaciones relacionadas con el interés colectivo.
Posdata única
Esta columna busca ser un espacio de reflexión de la cultura de vida generada en torno a la tecnología y los temas de intereses legítimos de la sociedad. Cada día el mundo avanza y hay que entender lo que sucede a otros y lo que nos sucede. Hay que comunicarlo, siempre. (elinterescolectivo@yahoo.com)
-Mecanismos y Tutela de los intereses difusos y colectivos http://www.bibliojuridica.org/libros/libro.htm?l=140
-El judío errante de las letras mexicanas: Gabriel Zaid www.margencero.com/articulos/articulos3/alvaro_marin.pdf
-Ivan Illich, pensador austriaco
es.wikipedia.org/wiki/Iván_Illich
Hamlet, acto 1, escena 4
www.online-literature.com/view.php/hamlet/5?