Publicado el: 05-Agosto-2008
Cuando conocí a Miguel Molina en el famoso barrio de Westminister en el edificio llamado Bush House de la BBC de Londres, el locutor y reportero veracruzano con más de 10 años de residencia en ese país, me platicó que allá la forma de trabajo de los medios de comunicación con el Gobierno es peculiar.
Además de la larga tradición histórica del periodismo inglés, se da que muchos boletines de prensa enviados por el Gobierno son adelantados, es decir, agendados para publicarse con una fecha específica y sorprendentemente ningún medio los publica hasta el día asignado. ¿Por qué se dice entonces que hay mucha competencia?
Es cierto, es feroz la guerra mediática, pero el respeto por la profesión y la credibilidad también. Sólo en Londres, se publican aproximadamente 20 rotativos y algunos llegan a vender en todo el país más de 2 ó 3 millones de ejemplares en un solo día. Es otra cultura en el país de caballeros del viejo continente.
Pero dentro de todo mercado existen reglas, de otro modo sería una competencia desleal y eso está penado. Los estándares internacionales y nacionales definen que uno de los elementos de este tipo de forma de querer ganar mercado es vía la confusión de los productos.
Es buscar parecerse a un competidor para que el consumidor se confunda y compre las nuevas marcas. Es muy frecuente encontrar diseños y colores muy parecidos o casi idénticos.
El llamado “me too o look alike” se constituye vía la copia del establecimiento, de las presentaciones y en algunos casos imitación exacta y minuciosa. La protección internacional contra la competencia desleal nació con el Convenio de la Unión de París firmado en 1883.
En un artículo publicado en el 2000 por la revista Harvard Business Review, recomiendan que antes de lanzarse a una guerra de productos debe hacerse un diagnóstico sobre la sensibilidad del cliente al precio y a su contenido, a la eventual respuesta de los competidores, las habilidades de la empresa y el apoyo que puedan brindar proveedores y distribuidores.
Según la HBR, el autor James Miller publicó en 2003 en su libro “Game Theory at Work” que recomienda que las empresas eviten la competencia por precios y opten por competir por calidad, servicio, posicionamiento de marca y diseño.
“Hacer que el consumidor perciba mayor valor agregado por el precio que paga”, explica la revista, parafraseando a Miller.
En Reino Unido sólo en número de tabloides o periódicos populares suman más de 10 nacionales y además en cada región existen otros productos locales también con altas ventas. Pero uno de ellos, The Sun, es el que más se consume, un periódico que no sólo publica farándula y noticias sensacionalistas, también ganan exclusivas.
En cualquier ciudad o país, la competencia mediática hace que los estándares de calidad aumenten, pero también preocupa la farandulización de la política y la contribución a la construcción del miedo social en los periódicos policiacos, y el inventar noticias sólo por vender.
Por ejemplo, para ganarse la exclusiva de uno de los libros de “Harry Potter”, un periódico británico recibió de alguien de la imprenta el ejemplar un día antes de salir a la venta, entonces seis compañeros se dividieron la lectura por dos o tres horas y realizaron una reseña conjunta. Fue el único medio que manejó el detalle del libro.
Es muy difícil creer que si eso sucede allá pueda ser lo mismo en Saltillo, no sólo con derroche de dinero, con influencias políticas y robo de información se ingresa en el mercado, y menos en esta ciudad, conocida como una zona donde es dificil iniciar un negocio.
Además, acá en nuestro país la realidad es otra. El Financial Times publicó el 20 de noviembre del 2002 que la prensa mexicana está acostumbra a dar mayor valor a lo que la gente importante dice que a lo que pasó en realidad.
Hasta las compañías de celulares de nivel nacional o los hoteleros de Saltillo comparten la información de su desempeño para mejorar la calidad de sus servicios, pero sus estrategias y sus secretos mercadológicos, esos no se comparten, esos se van imprimiendo a lo largo de los años. A fuerza ni los periodicazos entran.
Además de la larga tradición histórica del periodismo inglés, se da que muchos boletines de prensa enviados por el Gobierno son adelantados, es decir, agendados para publicarse con una fecha específica y sorprendentemente ningún medio los publica hasta el día asignado. ¿Por qué se dice entonces que hay mucha competencia?
Es cierto, es feroz la guerra mediática, pero el respeto por la profesión y la credibilidad también. Sólo en Londres, se publican aproximadamente 20 rotativos y algunos llegan a vender en todo el país más de 2 ó 3 millones de ejemplares en un solo día. Es otra cultura en el país de caballeros del viejo continente.
Pero dentro de todo mercado existen reglas, de otro modo sería una competencia desleal y eso está penado. Los estándares internacionales y nacionales definen que uno de los elementos de este tipo de forma de querer ganar mercado es vía la confusión de los productos.
Es buscar parecerse a un competidor para que el consumidor se confunda y compre las nuevas marcas. Es muy frecuente encontrar diseños y colores muy parecidos o casi idénticos.
El llamado “me too o look alike” se constituye vía la copia del establecimiento, de las presentaciones y en algunos casos imitación exacta y minuciosa. La protección internacional contra la competencia desleal nació con el Convenio de la Unión de París firmado en 1883.
En un artículo publicado en el 2000 por la revista Harvard Business Review, recomiendan que antes de lanzarse a una guerra de productos debe hacerse un diagnóstico sobre la sensibilidad del cliente al precio y a su contenido, a la eventual respuesta de los competidores, las habilidades de la empresa y el apoyo que puedan brindar proveedores y distribuidores.
Según la HBR, el autor James Miller publicó en 2003 en su libro “Game Theory at Work” que recomienda que las empresas eviten la competencia por precios y opten por competir por calidad, servicio, posicionamiento de marca y diseño.
“Hacer que el consumidor perciba mayor valor agregado por el precio que paga”, explica la revista, parafraseando a Miller.
En Reino Unido sólo en número de tabloides o periódicos populares suman más de 10 nacionales y además en cada región existen otros productos locales también con altas ventas. Pero uno de ellos, The Sun, es el que más se consume, un periódico que no sólo publica farándula y noticias sensacionalistas, también ganan exclusivas.
En cualquier ciudad o país, la competencia mediática hace que los estándares de calidad aumenten, pero también preocupa la farandulización de la política y la contribución a la construcción del miedo social en los periódicos policiacos, y el inventar noticias sólo por vender.
Por ejemplo, para ganarse la exclusiva de uno de los libros de “Harry Potter”, un periódico británico recibió de alguien de la imprenta el ejemplar un día antes de salir a la venta, entonces seis compañeros se dividieron la lectura por dos o tres horas y realizaron una reseña conjunta. Fue el único medio que manejó el detalle del libro.
Es muy difícil creer que si eso sucede allá pueda ser lo mismo en Saltillo, no sólo con derroche de dinero, con influencias políticas y robo de información se ingresa en el mercado, y menos en esta ciudad, conocida como una zona donde es dificil iniciar un negocio.
Además, acá en nuestro país la realidad es otra. El Financial Times publicó el 20 de noviembre del 2002 que la prensa mexicana está acostumbra a dar mayor valor a lo que la gente importante dice que a lo que pasó en realidad.
Hasta las compañías de celulares de nivel nacional o los hoteleros de Saltillo comparten la información de su desempeño para mejorar la calidad de sus servicios, pero sus estrategias y sus secretos mercadológicos, esos no se comparten, esos se van imprimiendo a lo largo de los años. A fuerza ni los periodicazos entran.
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