lunes, noviembre 17, 2014

¿Necesitamos de los partidos tradicionales para salir de la crisis de seguridad?

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Los partidos de cabeza. Foto: PRI, PAN Y PRD

Por Alejandro Cárdenas @alcarlop

¿Es verdad que la izquierda ha tocado fondo? Es decir, ¿por fin ha encontrado un punto de apoyo sobre el que poner el pie e iniciar su lenta salida a la superficie?

El año 1989 hizo zozobrar muchas más cosas de las que pueda parecernos. No obstante, y aunque ya se ha liberado del peso del "socialismo real", la izquierda no acaba de encontrar su camino: parece incapaz de proponer una alternativa política a los gobiernos centristas y conservadores, de traducir el descontento en consenso, de reconocer las relaciones existentes entre sociedad y sistemas políticos.

Se trata, así, de una crisis intelectual, de las ideas, pero también de una crisis de los hechos económicos, ya que el círculo desarrollo-industria-trabajo-justicia social parece haberse roto definitivamente.

A partir de ahí, ha sido la propia idea de socialismo la que ha salido perdiendo, incluso en sus versiones más auténticamente democráticas. Y, por si fuera poco, la realidad impone una reflexión aún más radical, pues el propio concepto de "izquierda" está perdiendo terreno bajo los golpes de la más terrible incertidumbre.

¿Qué queda de la izquierda, después de todo esto? ¿Desde dónde se puede volver a empezar? ¿Dónde se encuentra el "punto cero"?.

Este texto parecería describir la realidad de los partidos de izquierda en México. Tanto el PRD, Movimiento Ciudadano, Partido del Trabajo y ahora Morena quedan reflejados en esa definición de la social democracia y el socialismo europeo en un libro escrito en 1996.

El libro se llama "Izquierda Punto Cero" escrito por Norberto Bobbio, Ralf Dahrendorf y Peter Glotz, tres grandes teóricos de la ciencia política del viejo continente, que por su autoridad y lógica argumentativa, sería lectura obligada para Carlos Navarrete, Martí Batres, Alberto Anaya o Dante Delgado, si es que su ego y miopía polítca se los permite.


Sobre todo el PRD, tras el caso Ayotzinapa enfrenta una seria crisis, igual o peor que la del gobierno federal.  

El antropólogo y sociólogo Roger Bartra publicó en enero su columna de Reforma titulada "Los dilemas de la izquierda":

A lo largo del siglo pasado se desarrollaron a escala mundial cuatro tipos de izquierda. Las dos formas principales fueron los comunismos y las socialdemocracias. Podemos agregar otros dos tipos de izquierda: los populismos y las ultraizquierdas. El comunismo ha prácticamente desaparecido del mapa; en contraste, la socialdemocracia sigue siendo una fuerza importante.

En México la historia de la izquierda es muy diferente. Las dos grandes corrientes han tenido una existencia muy precaria. La tradición comunista fue larga pero débil, y acabó disolviéndose para unirse a corrientes reformistas.

Y finaliza así:

En muchos lugares del mundo la izquierda ha comenzado a modificar el eje de sus preocupaciones, y se ha centrado en impulsar la emancipación de las personas mediante la educación, abandonando el obrerismo tradicional. Aunque con tropiezos, en América Latina se está avanzando en esa dirección, como en Brasil y en Chile. En otros lugares, como en México, la izquierda se encuentra todavía atrapada en el laberinto del nacionalismo populista.

Pero los partidos de la socialdemocracia más exitosos en América Latina no se escapan de los escándalos de corrupción, como sucede en estos días en Brasil con el Partido del Trabajo que abanderó a la reelección de la presidencia a Dilma Rousseff. El tema: funcionarios de Petrobras y empresarios que pagaron sobornos para garantizar contratos con la petrolera.

A finales de octubre, después de que el caso Ayotzinapa indignó al país, Bartra volvió a tocar el tema en Reforma y señaló que PRD Guerrero no pudo eliminar del tejido social corrupto para sustituirlo por nuevas formas civilizadas de gobernar:

Por ello, el primer paso del PRD debió haber sido la exigencia de que su gobernador se retire. Es el responsable inmediato de que no se hayan regenerado las estructuras de gobierno y las policías del estado, que es una de las tareas fundamentales que debería emprender una izquierda avanzada al llegar al poder. Pero el último pleno del Consejo Nacional del PRD el 18 de octubre rechazó la propuesta de exigir al gobernador que solicite licencia. Este error lo pagará muy caro el partido.

El ex goberndor pri-perredista Ángel Aguirre renunció unos días después del texto publicado.

Este debate de las izquierdas mencionado en el libro "Izquierda Punto Cero", sería, como finaliza la reseña "un primer modo posible de reiniciar estas obras de reconstrucción".

Pero... ¿y si reiniciamos el debate sin los mismos de siempre? Hay una señal clara de que se requieren nuevos partidos pero también nuevos dirigentes. ¿A alguien lo convence plenamente alguno de los tres nuevos? No del todo, me llama la atención lo poco que se han mostrado ante la crisis de Ayotzinapa, sólo Morena ha pedido la renuncia del titular de PGR, Jesús Murillo Karam, pero suena más a oportunismo mientras no aclaren la relación del exsecretario de salud guerrerense Lázaro Mazón Alonso, acusado de ser el padrino político del ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca.

Hay ejemplos sobre la visión de reformar el sistema corrupto y fallido de los partidos mexicanos. Hace unos años Gilberto Rincón Gallardo forjó el partido "Democracia Social" pero por el control legal que establece la partidocracia de los últimos 20 años, no pudieron obtener el registro. Eso no significa que no hayan tenido gran respuesta. 

Cómo olvidar el anuncio de Cuauhtémoc Cárdenas en 1989 y aquel acto masivo en el Zócalo y el entusiasmo de la confirmación de ese nuevo partido político después del fraude perpetrado en su contra por Carlos Salinas de Gortari. El mismo ingeniero ha descalificado las acciones a la mayoría de los dirigentes y este lunes pidió la renuncia del dirigente del PRD, Carlos Navarrete. Esta petición también debería alertar para César Camacho del PRI y Ricardo Anaya del PAN para que pongan sus barbas a remojar.

A inicios de noviembre el debilitado presidente Enrique Peña Nieto convocó a un pacto nacional de seguridad para fortalecer el estado de derecho, compartir la corrupción y la impunidad. ¿Otro pacto entre políticos resolverá la situación? Los años y los resultados nos han demostrado que no.

Los que sí pueden
 
En España los miembros del exitoso partido Podemos, establecido apenas a inicios de 2014, tuvieron una gran respuesta en las elecciones al Parlamento Europeo unos meses después. Es un partido joven y de jóvenes que surgió del movimiento de los indignados, la primavera europea como una iniciativa ciudadana y con ideas de izquierda.  

Esta semana tomó posesión como líder Pablo Iglesias, de 36 años, con la consigna de "acabar con los privilegios de los políticos", algo impensable para escuchar de los políticos mexicanos.

En mayo pasado, con tres meses de vida, el partido Podemos mostró músculo al obtener 5  escaños en el Parlamento Europeo y convertirse en la gran la sorpresa de la jornada electoral de ese país. Además obtuvo " el 7,96% de los votos de España".

Aquí un ejemplo de la forma en que cuestiona en el Parlamento Europeo a los políticos tradicionales:



Una encuesta reciente en ese país mostró además que si las elecciones fueran hoy, Podemos sería "la fuerza política más votada según el voto directo que declaran en la encuesta del CIS realizada entre el 1 y el 13 de octubre. A su 17,6% le sigue el 14,3% del PSOE y en tercer lugar el 11,7% del PP", de acuerdo con El País y 20minutos.


En las encuestas de confianza en las instituciones de los últimos 20 años en México, los partidos políticos aparecen al final. Algo no cuadra cuando los que hoy controlan el Congreso y al parecer al Presidente, y toman las decisiones más importantes, son los más despreciados por la sociedad.

De acuerdo a la encuesta de Reforma de abril de 2013, "los partidos políticos son las instituciones menos confiables para los mexicanos al obtener sólo un porcentaje de 25% de confianza, dos puntos menos que hace seis años".

Además, en el fondo de la tabla se ubican la Policía y el Congreso, en ambas de sus Cámaras. La Policía obtuvo una confianza del 32%, mientras que las Cámaras de Diputados y senadores están ligeramente abajo con 29% cada una.

¿Podría crearse un nuevo partido político en México a raíz del revuelo actual por la crisis de seguridad? Con la cantidad de personas que han protestado, (quitando la cortina de humo vandálica en medios), han mostrado capacidad de movilización, organización y sobre todo coherencia en su discurso: "Los queremos vivos". ¿Qué no es eso lo que hacen los verdaderos partidos o los partidos más nuevos que han demostrado ser de avanzada?

Si es para un nuevo pacto social, no político, yo votaría por ellos, sin duda. ¿Quiénes se apuntan?

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