Mouriño y cuántos más…

Publicado en Vanguardia.com.mx: 25-Marzo-2008
George Orwell, el famoso periodista originario de la India y educado en Gran Bretaña y autor de obras como “1984” y “La Rebelión en la Granja”, afirma que el lenguaje de los políticos es muy aburrido y sumamente incoherente. “En nuestra época, el lenguaje y los escritos políticos son ante todo una defensa de lo indefendible (…) está plagado de eufemismos, peticiones de principio y vaguedades oscuras”, afirma. Lo anterior lo expone en un ensayo sobre la forma en que se expresan los gobernantes allá en Reino Unido, pero nada diferente de México y Coahuila. Nuestros políticos conversan de temas sin hablar y constantemente rocían barbaridades frente a los micrófonos.



Lo de Orwell viene a escena debido a la novatada que le dieron los dirigentes del PRD al nuevo Secretario de Gobernación, Juan Camilo Mouriño, sobre la firma de contratos de su empresa con Pemex cuando era ya funcionario público en los años 2002 y 2003.

El primer golpe que le asestaron al Secretario de origen gallego sobre la nacionalidad no fue suficiente, pero el segundo fue más severo. Y Mouriño reaccionó.

Es claro que es un riesgo el puesto en la Secretaria de Gobernación por su situación empresarial, pero he oído decir que estuvo muy mal haberse defendido sobre la antigüedad de su empresa y confrontado así al PRD, principalmente haber aceptado lo de los contratos y que por ello, debería renunciar. Pero me da la impresión que su defensa, independientemente del tema de conflicto de interés en el que está sumergido, rompió con el esquema del político tradicional. Se salió de esos lenguajes ya retrógrados, de palabreo con sentido de farandulización de las formas de hacer política.

Mouriño en su defensa ejerció el poder de su puesto: aceptó el asunto de los contratos, visitó medios de comunicación, habló claro y preciso, y fue al grano en cada entrevista, contestó con la misma furia que sus adversarios, pero argumentando sus ideas y sus pensamientos. En fin, se defendió solo.

El secretario era muy poco conocido, sólo se había especulado sobre su cercanía al Presidente de la República. Pero su defensa fue su verdadera aparición en medios y no lo hizo mal, demostró ser un político actual y no de esos que sólo contestan con bromas, insultos, o se esconden o crean comisiones de investigación.

Pero ahí no se detiene esta sonata. Resulta muy extraño ver cómo se soltaron los demonios contra Mouriño sobre una situación donde abundan políticos de Coahuila.

Funcionarios que crecieron sus negocios a la par del Gobierno y firmaron millones mientras estaban en el poder. Todas esas historias sepultadas en el Archivo General del Estado, donde se guardan los documentos de las administraciones anteriores. Crearon sus consultorías y después de su sexenio van y cobran a todos los que les “ayudaron” para que les paguen todos los favores con contratos y asesorías.

No busco contribuir al descrédito social de la actividad política, pero resulta hipócrita ver la paja en el ojo ajeno. Los temas son infinitos y es conocido en todo el Estado esos grupos de todos los partidos que sacan contratos con constructoras, cantinas, restaurantes, transportes terrestres y marítimos, medios de comunicación, terrenos, vehículos, prestanombres y presta almas...

Y ellos no han salido a dar la cara como Mouriño, mejor se defienden con frases como “voy a tomar cartas en el asunto”. Para Orwell “dicha fraseología es necesaria cuando se quiere nombrar las cosas sin evocar sus imágenes mentales”. “El gran enemigo del lenguaje claro es la falta de sinceridad. Cuando hay una brecha entre los objetivos reales y los declarados, se emplean casi instintivamente palabras largas y modismos desgastados, como un pulpo que suelta tinta para ocultarse”, agrega Orwell.

A todos ellos, los otros “Mouriños” se refiere el cantautor argentino Andrés Calamaro en una de sus canciones: “Gente fina delincuente, algunos ya diputados, y brindo por nosotros los tarados que les pagamos”.

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Ligas
La política y el idioma inglés http://www.letraslibres.com/index.php?art=9645
*El autor es Director General del ICAI, las opiniones son personales y no reflejan la postura institucional.