Publicado en Vanguardia.com.mx: 16-Enero-2008
La importancia de contar con comunicadores profesionales y responsables detrás del micrófono es uno de los elementos más necesarios para el país y el fortalecimiento de la democracia.
Tanto la prensa como la radio son los medios con más credibilidad en la sociedad, según las encuestas realizadas. La TV es más popular pero no la más creíble.
La semana pasada nos enteramos de la salida de W Radio de la periodista Carmen Aristegui, de lo cual se generó una ola de noticias y reacciones sobre las causas por las que salió así de un programa tan popular.
Además generó en Internet un gran tráfico de comentarios en las páginas de periódicos y con envíos de correos electrónicos a W Radio, Televisa y al Gobierno Federal. La reacción no sólo se hizo presente en medios tradicionales, sino que en medios electrónicos de periódicos se crearon foros con muchísima participación. También se realizaron manifestaciones y eventos de análisis de líderes de opinión que lo denunciaron.
Ante estas reacciones conviene reflexionar a quién podría beneficiar su ausencia y el porqué de su partida:
¿Será que fue su estilo de hacer periodismo, con buenas historias y entrevistas a todos los actores y con temas que casualmente no se tocan en otros medios de comunicación?
¿Será que es considerara una de las comunicadoras más respetadas del momento como lo dijo la revista Día Siete hace unos meses, donde le dieron la portada y una extensa entrevista?
¿Será que ha logrado un respeto a nivel internacional con las personalidades que entrevista en su programa que lleva su apellido, en CNN en Español?
¿Será que durante la polémica de la Ley de Radio y Televisión, mejor conocida como Ley Televisa, abrió sus micrófonos a quienes más se opusieron y criticaron la Ley?
¿Será que Aristegui no representa grupos o partidos, pero sí le daba gran atención a asuntos de carácter social que poco manejan otros medios y que molestaban a ciertos grupos empresariales y políticos?
¿Será que en su programa de radio se podía entrevistar a personalidades que pocas veces se les da voz como a monseñor Raúl Vera, empresarios que denunciaban la pederastia en órdenes religiosas, los macheteros de Atenco o Lydia Cacho?
¿Será que su estilo de entrevistar a gobernadores, líderes partidistas y personalidades del medio político era sin agacharse al primer enojo y la primera molestia del entrevistado y con cuestionamientos que dan al radioescucha una visión más clara de cada situación?
¿Será que fue porque según los dueños de W Radio el programa perdía dinero, y tenía números rojos a pesar de la alta audiencia y en aumento? ¿No suena eso contradictorio?
¿Será que fue porque Aristegui no dejó que se entrometiera la disciplina comercial que le imponían los nuevos editores y evitó parecer un payaso que a cada rato debe promover un producto y una marca?
¿Será que esa nueva reglamentación editorial de la sociedad Televisa-Prisa para W Radio la hizo dejar el cargo?, pero lo extraño es que nadie conoce cuáles eran las condiciones nuevas y si es que hay algo oficial y por escrito.
¿Será que los méritos de la periodista y sus años de trayectoria la hicieron protagonista de eventos clave de la sociedad mexicana y porque otros medios en comparación y con líneas editoriales agendadas no le daban competencia?
Sabio lector en la región sureste, y para quienes desean escuchar la radio nacional por la mañana: no tenemos que conformarnos con Pedro Ferriz de Con ni con Jacobo Zabludovsky. Prefiero la irreverencia y los buenos colaboradores en Panorama Informativo con Alejandro Cacho e Iñaki Manero.
Puede haber certezas y dudas, lo claro es que la censura existe en México y con lo sucedido se perdió un espacio que era necesario, que nos daba Aristegui como voz de la sociedad mexicana, entonces la pregunta inicial cambia, ¿Quién censuró a la sociedad mexicana?
*Alejandro Cárdenas López es Director General del ICAI, las opiniones aquí vertidas son personales y no reflejan la postura institucional.
Publicado en Vanguardia.com.mx
http://www.vanguardia.com.mx/diario/detalle/editorial/104701
Tanto la prensa como la radio son los medios con más credibilidad en la sociedad, según las encuestas realizadas. La TV es más popular pero no la más creíble.
La semana pasada nos enteramos de la salida de W Radio de la periodista Carmen Aristegui, de lo cual se generó una ola de noticias y reacciones sobre las causas por las que salió así de un programa tan popular.
Además generó en Internet un gran tráfico de comentarios en las páginas de periódicos y con envíos de correos electrónicos a W Radio, Televisa y al Gobierno Federal. La reacción no sólo se hizo presente en medios tradicionales, sino que en medios electrónicos de periódicos se crearon foros con muchísima participación. También se realizaron manifestaciones y eventos de análisis de líderes de opinión que lo denunciaron.
Ante estas reacciones conviene reflexionar a quién podría beneficiar su ausencia y el porqué de su partida:
¿Será que fue su estilo de hacer periodismo, con buenas historias y entrevistas a todos los actores y con temas que casualmente no se tocan en otros medios de comunicación?
¿Será que es considerara una de las comunicadoras más respetadas del momento como lo dijo la revista Día Siete hace unos meses, donde le dieron la portada y una extensa entrevista?
¿Será que ha logrado un respeto a nivel internacional con las personalidades que entrevista en su programa que lleva su apellido, en CNN en Español?
¿Será que durante la polémica de la Ley de Radio y Televisión, mejor conocida como Ley Televisa, abrió sus micrófonos a quienes más se opusieron y criticaron la Ley?
¿Será que Aristegui no representa grupos o partidos, pero sí le daba gran atención a asuntos de carácter social que poco manejan otros medios y que molestaban a ciertos grupos empresariales y políticos?
¿Será que en su programa de radio se podía entrevistar a personalidades que pocas veces se les da voz como a monseñor Raúl Vera, empresarios que denunciaban la pederastia en órdenes religiosas, los macheteros de Atenco o Lydia Cacho?
¿Será que su estilo de entrevistar a gobernadores, líderes partidistas y personalidades del medio político era sin agacharse al primer enojo y la primera molestia del entrevistado y con cuestionamientos que dan al radioescucha una visión más clara de cada situación?
¿Será que fue porque según los dueños de W Radio el programa perdía dinero, y tenía números rojos a pesar de la alta audiencia y en aumento? ¿No suena eso contradictorio?
¿Será que fue porque Aristegui no dejó que se entrometiera la disciplina comercial que le imponían los nuevos editores y evitó parecer un payaso que a cada rato debe promover un producto y una marca?
¿Será que esa nueva reglamentación editorial de la sociedad Televisa-Prisa para W Radio la hizo dejar el cargo?, pero lo extraño es que nadie conoce cuáles eran las condiciones nuevas y si es que hay algo oficial y por escrito.
¿Será que los méritos de la periodista y sus años de trayectoria la hicieron protagonista de eventos clave de la sociedad mexicana y porque otros medios en comparación y con líneas editoriales agendadas no le daban competencia?
Sabio lector en la región sureste, y para quienes desean escuchar la radio nacional por la mañana: no tenemos que conformarnos con Pedro Ferriz de Con ni con Jacobo Zabludovsky. Prefiero la irreverencia y los buenos colaboradores en Panorama Informativo con Alejandro Cacho e Iñaki Manero.
Puede haber certezas y dudas, lo claro es que la censura existe en México y con lo sucedido se perdió un espacio que era necesario, que nos daba Aristegui como voz de la sociedad mexicana, entonces la pregunta inicial cambia, ¿Quién censuró a la sociedad mexicana?
*Alejandro Cárdenas López es Director General del ICAI, las opiniones aquí vertidas son personales y no reflejan la postura institucional.
Publicado en Vanguardia.com.mx
http://www.vanguardia.com.mx/diario/detalle/editorial/104701