PUBLICADO EN EL PERIÓDICO VANGUARDIA.
22-Noviembre-2007
Una vez que en el Congreso de la Unión quedó destrabado el procedimiento para elegir a los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), conviene analizar lo que pasó hace casi dos meses, desde del revuelo que ocasionó la reforma electoral.
Y es que aún muchas personas no entienden por qué serán destituidos de su cargo, y por qué muchos otros dicen que se afecta a las personas, pero se fortalece la institución.
Es preciso decir que tampoco queda muy claro que sucedió el dos de julio del 2006, pero entre los avances y retrocesos de las reformas electoral y fiscal, el arbitro se va y a los otros ocho consejeros también les sucederá lo mismo, pero de forma escalonada. Estas dos reformas, entre las más necesarias económica y socialmente para el país, despertaron mucha polémica: fue un juego de negociaciones, trueques, venganzas, intercambios y sombrerazos.
De la reforma electoral se habló del impacto mediático y el cambio de la publicidad televisiva a los tiempos de gobierno, la reducción del presupuesto y de los tiempos de campañas, consignas ciudadanas sin duda.
Pero hay quienes consideran que el tema a debatir y lo más crítico es la forma en que los legisladores, el grupo institucional con menos credibilidad en el país según encuestadoras, descabezan a la institución con más credibilidad en el país, el IFE.
Aunque la renovación escalonada y negociada también era una demanda ciudadana y quedó resuelta, la forma en que “los despiden” sacude la tan reciente y preciada institucionalidad de los órganos autónomos del país. Entonces, quienes pensábamos que el problema de la forma de llegar al poder ya se había solucionado en México, estábamos en un error.
Sorprendió que las dos reformas (fiscal y electoral) salieron sagazmente por consenso de la mayoría de las fuerzas políticas, y eso les da un poco de más peso y las fortalece, porque en la historia moderna las decisiones plurales, aunque no todas, garantizan menores intereses y retrocesos.
Hay columnistas y analistas que opinan sobre lo extraño de quitar al presidente de la institución que llevó a los mismos diputados a sentarse en su curul, porque en la elección sólo impugnó la “Alianza por el Bien de Todos”, pero los demás legisladores la aceptaron.
Es evidente que hay contradicciones porque en algunos puntos la reforma fortalece institucionalmente al IFE, por ejemplo le da: a) control mediático; b) la posibilidad de detener campañas de desinformación; c) convenir la posibilidad de encargarse de elecciones locales; y d) instituyen las bases de fiscalización, en conjunto con institutos locales, de las finanzas de los partidos políticos, lo cual se aplaude.
Lo que no quedó despejado es el tema de la transparencia en los partidos políticos, porque aunque se habla de fiscalización, no se menciona claramente la posibilidad del derecho ciudadano de realizar solicitudes a los partidos, ni se establecen tiempos obligatorios de respuesta para el procedimiento. Esperamos que con las reformas al artículo 6to de la Constitución Federal se considere el tema no sólo en la Ley Federal de Transparencia y en los Estados, sino en toda la legislación electoral estatal y federal.
Pero también es doloroso ver caer así a los consejeros del IFE, por ser la institución en quien la gente más confía, aunque hay quienes opinan que la confianza en las instituciones es diferente a las personas.
22-Noviembre-2007
Una vez que en el Congreso de la Unión quedó destrabado el procedimiento para elegir a los consejeros del Instituto Federal Electoral (IFE), conviene analizar lo que pasó hace casi dos meses, desde del revuelo que ocasionó la reforma electoral.
Y es que aún muchas personas no entienden por qué serán destituidos de su cargo, y por qué muchos otros dicen que se afecta a las personas, pero se fortalece la institución.
Es preciso decir que tampoco queda muy claro que sucedió el dos de julio del 2006, pero entre los avances y retrocesos de las reformas electoral y fiscal, el arbitro se va y a los otros ocho consejeros también les sucederá lo mismo, pero de forma escalonada. Estas dos reformas, entre las más necesarias económica y socialmente para el país, despertaron mucha polémica: fue un juego de negociaciones, trueques, venganzas, intercambios y sombrerazos.
De la reforma electoral se habló del impacto mediático y el cambio de la publicidad televisiva a los tiempos de gobierno, la reducción del presupuesto y de los tiempos de campañas, consignas ciudadanas sin duda.
Pero hay quienes consideran que el tema a debatir y lo más crítico es la forma en que los legisladores, el grupo institucional con menos credibilidad en el país según encuestadoras, descabezan a la institución con más credibilidad en el país, el IFE.
Aunque la renovación escalonada y negociada también era una demanda ciudadana y quedó resuelta, la forma en que “los despiden” sacude la tan reciente y preciada institucionalidad de los órganos autónomos del país. Entonces, quienes pensábamos que el problema de la forma de llegar al poder ya se había solucionado en México, estábamos en un error.
Sorprendió que las dos reformas (fiscal y electoral) salieron sagazmente por consenso de la mayoría de las fuerzas políticas, y eso les da un poco de más peso y las fortalece, porque en la historia moderna las decisiones plurales, aunque no todas, garantizan menores intereses y retrocesos.
Hay columnistas y analistas que opinan sobre lo extraño de quitar al presidente de la institución que llevó a los mismos diputados a sentarse en su curul, porque en la elección sólo impugnó la “Alianza por el Bien de Todos”, pero los demás legisladores la aceptaron.
Es evidente que hay contradicciones porque en algunos puntos la reforma fortalece institucionalmente al IFE, por ejemplo le da: a) control mediático; b) la posibilidad de detener campañas de desinformación; c) convenir la posibilidad de encargarse de elecciones locales; y d) instituyen las bases de fiscalización, en conjunto con institutos locales, de las finanzas de los partidos políticos, lo cual se aplaude.
Lo que no quedó despejado es el tema de la transparencia en los partidos políticos, porque aunque se habla de fiscalización, no se menciona claramente la posibilidad del derecho ciudadano de realizar solicitudes a los partidos, ni se establecen tiempos obligatorios de respuesta para el procedimiento. Esperamos que con las reformas al artículo 6to de la Constitución Federal se considere el tema no sólo en la Ley Federal de Transparencia y en los Estados, sino en toda la legislación electoral estatal y federal.
Pero también es doloroso ver caer así a los consejeros del IFE, por ser la institución en quien la gente más confía, aunque hay quienes opinan que la confianza en las instituciones es diferente a las personas.
Recientemente John Ackerman, académico del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y especialista en el tema, ha explicado a los medios que sí confía en el IFE, pero no en sus consejeros. Añade que ya sucedió una vez que en 1996 fueron removidos también los consejeros del IFE a raíz de la reforma que le dio autonomía a la institución.
Eran consejeros que en aquel entonces habían sido electos por siete años y sólo llevaban dos en funciones, eran personalidades como Miguel Ángel Granados Chapa, Santiago Creel, José Agustín Pinchetti y José Woldenberg, “quienes en aras de abrir la cancha, pusieron a disposición su cargo, no quisieron ser un obstáculo”, ha afirmado Ackerman públicamente.
Lo que cuestiona Ackerman es que en el 2003, los diputados del PRI, PAN y PVEM aprobaron el nombramiento de nueve consejeros, incluido el presidente, pero el PRD y el PT no lo avalaron, es decir no hubo consenso.
Críticas al IFE sobre el proceso electoral del 2006 se refieren, entre otros, a los siguientes temas: a) no haber detenido a tiempo las campañas negras; b) no haber sido contundente para impedir la injerencia el Ejecutivo Federal; c) graves errores de comunicación con la ciudadanía especialmente los del PREP; y d) sus oficinas centrales recomendaron a los Consejos
Eran consejeros que en aquel entonces habían sido electos por siete años y sólo llevaban dos en funciones, eran personalidades como Miguel Ángel Granados Chapa, Santiago Creel, José Agustín Pinchetti y José Woldenberg, “quienes en aras de abrir la cancha, pusieron a disposición su cargo, no quisieron ser un obstáculo”, ha afirmado Ackerman públicamente.
Lo que cuestiona Ackerman es que en el 2003, los diputados del PRI, PAN y PVEM aprobaron el nombramiento de nueve consejeros, incluido el presidente, pero el PRD y el PT no lo avalaron, es decir no hubo consenso.
Críticas al IFE sobre el proceso electoral del 2006 se refieren, entre otros, a los siguientes temas: a) no haber detenido a tiempo las campañas negras; b) no haber sido contundente para impedir la injerencia el Ejecutivo Federal; c) graves errores de comunicación con la ciudadanía especialmente los del PREP; y d) sus oficinas centrales recomendaron a los Consejos
Distritales evitar abrir paquetes electorales a partir del miércoles siguiente a la elección.
Pero el IFE es más poderoso hoy con la reforma. Al haberse aprobado que toda la contratación de los partidos sea a través de ellos, quien llegue a la presidencia tendrá mucho mayor poder que el IFE de Ugalde, y si la reforma fue consensuada, lo más probable es que los nuevos consejeros también sean seleccionados de la misma forma, y ojalá que sea un proceso transparente y abierto, como se ha dicho. Esperamos que se definan muchas de estas dudas en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Por último, ha sido polémica la creación de una contraloría general del IFE cuyo titular será nombrado por las universidades del país, porque se ha señalado el gasto excesivo en lujos de los funcionarios de primer nivel. Aunque hay quienes considera que es más bien un elemento de control del Congreso sobre el órgano autónomo.
El IFE va mucho más allá que los consejeros, pero en la opinión pública costará mucho entender claramente lo que sucedió. Se vislumbrará mucho el nivel de debate de las campañas y los posibles resultados en las próximas elecciones. Pero en ese tema, mejor ni pa’ qué entrarle, que las aguas ya andan muy caliente. (parcadio@yahoo.com).
Pero el IFE es más poderoso hoy con la reforma. Al haberse aprobado que toda la contratación de los partidos sea a través de ellos, quien llegue a la presidencia tendrá mucho mayor poder que el IFE de Ugalde, y si la reforma fue consensuada, lo más probable es que los nuevos consejeros también sean seleccionados de la misma forma, y ojalá que sea un proceso transparente y abierto, como se ha dicho. Esperamos que se definan muchas de estas dudas en el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales.
Por último, ha sido polémica la creación de una contraloría general del IFE cuyo titular será nombrado por las universidades del país, porque se ha señalado el gasto excesivo en lujos de los funcionarios de primer nivel. Aunque hay quienes considera que es más bien un elemento de control del Congreso sobre el órgano autónomo.
El IFE va mucho más allá que los consejeros, pero en la opinión pública costará mucho entender claramente lo que sucedió. Se vislumbrará mucho el nivel de debate de las campañas y los posibles resultados en las próximas elecciones. Pero en ese tema, mejor ni pa’ qué entrarle, que las aguas ya andan muy caliente. (parcadio@yahoo.com).
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